sábado, 27 de diciembre de 2008

Que es la escuela bolera

Que es la escuela Bolera???

Se entiende por escuela bolera o Baile de Palillos (que ambos términos son similares), un estilo de baile que empezó a desarrollarse en Andalucia y que, básicamente, consistia en la transformación de ciertos bailes populares en danzas de exhibición profesional, refundidas en academias de baile. El sistema seguido por dichas escuelas, era semejante al método que tenia el ballet clásico en el que probablemente se inspiraron; ejercicios en la barra y en el centro, destinados a crear una técnica y una vez conseguida, se aplico a los bailes que quedaron sometidos a estructuras fijas, eliminando así toda improvisación del bailarín. Los bailes que dio a conocer La Escuela de Palillos o Bolera se han conservado intactos de técnica y nomenclatura. Por ejemplo: los panaderos, oles, boleros, seguidillas, fandangos, jaleo de jerez, la malagueña y el torero, el vito, la cachucha, etc. Algunos de ellos, con numerosas variantes coreográficas han llegado a formar un repertorio muy extenso. A pesar de estar agrupados bajo una misma denominación, estos bailes están repartidos entre dos técnicas muy distintas; mientras los boleros tiene saltos, vueltas, trenzados y pasos de elevación muy difíciles, los oles, jaleos, cachucha, etc., se centran mas en la gracia un poco desenvueltas y la picardía mientras evolucionan con pasos sencillos a ras del suelo.

LA ESCUELA BOLERA Y EL BAILE FLAMENCO

Estas dos formas de danza coexisten en España desde el siglo XVIII hasta nuestros días y aunque tienen una cronología diferente en cuanto a su aparición y momentos estelares, en otras ocasiones conviven manteniendo a veces una estrecha relación, hasta el punto de influirse mutuamente y, juntas, crear las bases de un nuevo estilo. En realidad son dos tipos de baile con la misma idiosincrasia andaluza. Aunque la técnica es muy diferente. Son análogos en expresividad, desenvoltura de momentos, el mismo braceo y sus intérpretes juegan con el vuelo de sus vestidos y se adornan con los mismos motivos, peinas, flores, mantilla y abanicos. Los bailes de escuela bolera son los primeros en aparecer. Hacia mediados de siglo los muestra la documentación en su forma más popular, encarnados en el bolero, las seguidillas y el fandango, y a finales de siglo alcanzan su mayor apogeo. Se enseñan en academias, se lucen en los salones de la aristocracia y suben al teatro con pasos dificilísimos y coreografías brillantes. Ocupan los intermedios en las comedias, los sainetes e incluso en la ópera, donde alguna vez las boleras representaban, como sucedió con Maria Martines en Valencia. MIentras esto ocurría, del flamenco no había indicios, por lo menos bajo el nombre y concepto que tenemos ahora. Habrá de pasar algún tiempo hasta bien entrado el siglo XIX, para que se empiece a tomar en cuenta y esto sucede, justo cuando la escuela bolera va perdiendo p9opularidad. Hay una alternancia de estilos. Los escritores comienzan a dar noticias de unos bailes diferentes, que se ejecutaban en lugares cerrados casi siempre patios y reservados de tabernas. Las descripciones que dan suelen ir por separado, escenas boleras o escenas flamencas, sin embargo el sentido común y ciertos apuntes del costumbrismo hacen vislumbrar que en la etapa primitiva, cuando el baile de los boleros era popular, debieron estar muy juntos unos y otros y hasta ser los dos casi uno mismo. Hay un ejemplo en el zorongo, canto y baile popular del siglo XVIII, que compartieron boleros y flamencos, especialmente los gitanos. Por un lado, y según los sainetes de Juan Ignacio Gonzáles del Castillo de hacia 1780,el zorongo se baila entre "gentes de saya corta y redecilla", es decir por majos y boleros. Por otra parte cuando primeramente se tiene noticia de los flamencos, se les ve bailando este mismo aire. Daviller nos lo muestra así en el Sacromonte, en 1862, y en un baile de candil en el mismo año. En los dibujos que hizo Gustavo Doré de aquellas fiestas, se advierten los rasgos característicos de este estilo. Y lo mismo sucedía con el jaleo, baile famoso en la escuela bolera y que los flamencos utilizan como término al hablar de un baile suyo corto, ligero, alegre, como de fiesta. Mas tarde, en el segundo tercio del siglo XIX, cuando ambos estilos estaban configurados, caminaron cada uno por su cuenta, conscientemente sobre todo los boleros. Ellos eran la élite, con rango teatral, en contacto con grandes empresarios e incluso trasmitieron ciertos aires suyos como la cachucha a primeras bailarinas clasicas. En cambio, los flamencos guardaban su cante y baile en la intimidad, no contaban con teatros que de antemano tenían cerrados, pero en contrapartida, sin más espectadores que amigos y compañeros de arte, vivían sus juergas familiares, bodas, bautizos, en reuniones de patio o de barrio, los tan famosos de Santiago y San Miguel en Jerez, los de la Viña y Santa María en Cádiz y Triana en Sevilla, venero de artistas sobresalientes, son un vestigio de aquellas primitivas agrupaciones localistas y no profesionales. El hermetismo de su técnica, el rechazo a cualquier influencia exterior, contribuyo a que le flamenco permaneciese aislado. Después de unos años de vida en solitario y con motivo de la creación de los cafés cantantes a partir de 1850, comienza una etapa de acercamiento de los dos estilos. Boleros y flamencos, en lo que puede considerarse como el primer paso de vida profesional de estos últimos, eran contratados para estos locales junto a otras variedades. José Blas Vega en su libro "Vida y cante de D. Antonio Chacón" reproduce un programa del Salón de >Oriente que por su valor documental volvemos a reproducir aquí de forma incompleta, únicamente las partes que hacen referencia al baile. El programa es de 1871, y dice así: "Salón de Oriente, grandes bailes de Palillos y sociedad en las noches del sábado 8, domingo 9 y lunes 10 de abril de 1871... Orden de los bailes del día. Sábado 8. De palillos con cante y baile flamenco, asistiendo las mejores boleras, gitanas y cantadores de los de mas fama..." Y más abajo dice: " En los acreditados Salones de Oriente... habrá esta noche y todos los sábados extraordinaria de bailes nacionales andaluces a la que asisten todas las discípulas del director, las mejores boleras de los teatros de esta capital y dos parejas de gitanos para bailes de jaleo, acompañadas por los cantaores de más fama..." Era un programa todavía inconcreto, más bien un reclamo de la calidad del local, al ofrecer "lo mejor" en las especialidades presentadas, pero ya es importante que boleros y gitanos fueran anunciados juntos. Poco a poco, finalizando el siglo XIX e en progresión ascendente hasta la desaparición de los cafés, se va notando la preferencia por números de canto y baile en el espectáculo, debido a la afición que despertaban en el público, de ellos la escuela bolera y el flamenco destacaron por igual sobre otros estilos. A los dos se les contrata ya por grupos organizados, en lugar de figuras aisladas, en lo que llamaban un cuadro, y ambos, boleros y flamencos, cada uno con el suyo, ocupaban prácticamente todo el tiempo del espectáculo, solamente quedaba un pequeño espacio para el fin de fiesta. Esto hablando de cafés cantantes de categoría, porque había otros menores que no podían sufragar estos gastos y solo contrataban un cuadro indistintamente bolero o flamencos según las preferencias de los clientes, o solamente figuras aisladas. Por lo general, en los cafés cantantes se trataba a los dos cuadros desde un punto de vista artístico, de una manera igualitaria. Un segundo programa de café que José Blas Vega reproduce en el citado libro, da una información más extensa sobre los bailes, sin discriminar a uno u otro cuadro. Cita el nombre del director de los bailes de escuela y el de los bailes que va a representar, y en el cuadro flamenco se menciona a todos los actuantes incluyendo "cantador" y guitarrista. Sin embargo, la diferencia social seguía existiendo, sobre todo en relación con el público. El hecho de que los boleros no salieran a alternar con los clientes, la aureola de sus estudios en academias, casi a nivel de bailarines clásicos, y una estela gloriosa aquellas actuaciones pasadas, brillantes en los teatros, predisponía a mirarles como una categoría superior a la flamenca por ciertos sector del publico. En cambio, la relación de los dos cuadros en su vida en común en los cafés parece que era cordial, según testimonio presenciales. Era una vida familiar en las largas horas de ensayos, ayudándose mutuamente en los percances propios de esta especialidad y, a veces, surgían amistades profundas entre las dos formas de baile, como la existencia entre La Quica y Francisco con la familia Pericet. Un dato curioso sobre la convivencia artística de ambos estilos, queda patente en el cuadro flamenco de colmao que organizó en Paris. Junto a primeras figuras flamencas como María Albaicin y El Estampio, había una pareja de boleros de los que cita sus nombres: Claudio Moreno y su esposa. Pero el flamenco le va ganado terreno a la escuela bolera en el aspecto profesional. Sustituyendo a las boleras, las mujeres flamencas empezaron a bailar en los fines de fiesta de los teatros y obteniendo gran éxito. Pastora Imperio, por ejemplo, que ocupó durante bastantes años las portadas y primeras páginas de los periódicos, con elogios en cuanto a su arte y a la forma refinada de bailar. La decadencia de la escuela bolera es bastante más notoria que en los años anteriores, sus componentes ya comparten las academias con el flamenco, también están presentes en las salas de variedades junto a las cupletistas. En este estado, llega el momento de una profunda transformación del baile (alrededor de los años veinte). Los compositores nacionalistas dan a conocer obras clásicas de pura inspiración popular. Los bailarines respondiendo a inquietudes artísticas se empeñan en nuevas creaciones utilizando las mencionadas partituras. Son los boleros los que principalmente se ocupan en este menester, ya que tienen sobrada experiencia con la cantidad de coreografías que habían hecho para los cafés cantantes. Se montan diversas piezas cortas como "Sevilla" y "Córdoba" de Albeniz, con graciosos zapateados la primera y el aire severo de la mantilla en la segunda, "Goyescas" de Granados, con reminiscencias boleras y tantas otras, dando el matiz particular a cada una conforme a su melodía, mezclando carretillas y vueltas con zapateados, en un entramado que enseguida tomará el nombre del Ballet Español. Otra vez se han encontrado el flamenco y la escuela bolera, esta vez para perder su identidad en aras de una nueva forma.

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